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Pranayama (I): Respirar lo es todo, dentro y fuera del yoga


La sociedad moderna camina a un paso tan acelerado que en muchas ocasiones, inevitablemente, sentimos la secesidad de parar y revitalizar nuestra energía con el fin de mantener nuestra actividad diaria. Se suele utilizar para ello bebidas estimulantes con cafeina o alimentos con un alto contenido en azúcar, causando evidentes perjuicios para la salud y aumentando nuestra energía de manera engañosa, ya que estos productos nos pueden estimular de forma temporal, pero nuestro metabolismo busca rápidamente su propio equilibrio y nos dejará más agotado que antes. Entonces ¿como podemos revitalizar nuestro cuerpo de forma rápida y sana en momentos de necesidad?, el metodo natural es respirar profunda y conscientemente unas cuantas veces. Sencillo.

Podemos vivir unos cuantos días sin agua, alguno más sin comida, pero si nos quitan el oxígeno, nuestro cuerpo empieza a agonizar. Por tanto es razonable deducir que el aire es el elemento esencial para nuestra subsistencia y que respirar correctamente mejorará nuestra calidad de vida. Así es. Para eso en Yoga usamos el Pranayama, una manera de regular nuestra energía vital a través del manejo de la respiración.

Pranayama requiere un mínimo de esfuerzo físico, pero permite aumentar el aporte de oxígeno. El mayor flujo de oxígeno llega hasta la última célula del cuerpo. De ahí que se diga que pranayama regenera las células del cuerpo, aumenta el bienestar y ayuda a sanar. Además al centrarse en la respiración, la mente se calma y se abre. Regresar a nuestra respiración natural (profunda, rítmica y que emplea la totalidad de la capacidad pulmonar) es fundamental para que tengamos una salud radiante. Cuando inhalamos y exhalamos adecuadamente tenemos muchísima energía. Nuestro sistema de defensas está más fuerte y todas nuestras células llevan a cabo sus funciones de manera adecuada al estar bien nutridas: crecimiento, desintoxicación, digestión, regeneración. Todo nuestro ser funciona mejor y nuestro bienestar aumenta.

La respiración óptima nos permite tomar suficiente oxígeno para llevarlo a la sangre y al cerebro, potenciando nuestras capacidades mentales. Como es una función automática (controlada por el bulbo raquídeo), al hacerla consciente estamos activando una parte del cerebro más sofisticada (la corteza cerebral) y lo convertimos en un ejercicio mental. Nos sentimos llenos de energía, pero también por esto hace que tengamos unas facultades mentales (memoria, intelecto, razón, concentración) más desarrolladas.

Debido al precipitado ritmo de vida del que hablábamos antes, tendemos a respirar demasiado rápido. Una respiración rápida y poco profunda no provee el oxígeno necesario para alcanzar a cada célula de nuestro cuerpo provocando también que nuestros pulmones pierdan vitalidad. Así, uno de los beneficios evidentes del pranayama es que nos enseña la manera correcta de respirar –lenta y profundamente– usando nuestros pulmones para mejorar la circulación sanguínea y brindar más oxígeno a nuestro organismo. Una mejor respiración provoca cambios positivos en las condiciones generales de salud, removiendo las toxinas. Otro beneficio es el desarrollo de la capacidad de concentración, lo que ayuda a relajarnos. Remueve los pensamientos y las emociones negativas, brindando una sensación de paz y armonía internas.

La palabra pranayama suele traducirse de dos formas: Prana+yama, que significa “control del prana”, y prana+ayama, que significa “expansión y detención del prana”. El prana es la energía o fuerza vital que impregna todo el universo. Está en todas las cosas, ya sean animadas o inanimadas. El hombre lo extrae de diversas fuentes: el aire, los alimentos, el agua, etc. El cuerpo y la mente funcionan gracias al prana y el proceso respiratorio es la forma más directa de absorber esta energía, aunque el prana no es ninguno de los elementos químicos del aire.

El pranayama abarca un conjunto de técnicas respiratorias que mejoran la captación del oxígeno y la eliminación del dióxido de carbono, incrementan la energía vital, limpian los canales energéticos y estimulan la circulación pránica. Reportan un estado de gran calma mental y otorgan niveles de consciencia más profundos. El pranayama no debe entenderse como un simple ejercicio respiratorio, pues sus efectos van muchos más lejos, creando balance entre las actividades interdependientes del cuerpo físico, la mente y la energía vital. La premisa básica en que se apoya el pranayama es que la respiración y la mente están íntimamente ligadas. El estado de una afecta directamente a la otra. La regulación de la respiración equilibra el prana y el prana estabilizado serena la mente. En este sentido, el efecto del pranayama es mucho más notable que el que producen las asanas, siendo una herramienta fundamental para la práctica de la meditación.

Con el pranayama es imprescindible tener paciencia y cuidado, que procedamos despacio y conscientemente a través de nuestras exploraciones. Al estar relacionada su práctica con el sistema nervioso y cardiovascular, es fundamental no sobrepasar los límites personales. Por eso siempre es mejor aprender bajo la tutela de un instructor con experiencia. Así que si tienes un profesor de yoga, pídele consejo antes de empezar a explorar por ti mismo la respiración. Si practicas por cuenta propia, cíñete a las técnicas introductorias de respiración pero date el tiempo necesario para profundizar con comodidad en la más simple sutileza antes de pasar a otro ejercicio. Cuando te sientas preparado para iniciar otras prácticas más avanzadas, encuentra a un profesor que te guíe.

Además, si sufres de una dolencia física o emocional -incluidas dolencias respiratorias, cardiovasculares, depresión, ansiedad o glaucoma- o si estás embarazada, consulta con tu profesor antes de iniciar la práctica de pranayama.

Los expertos nos ofrecen un consejo esencial de sabiduría: Nunca jamás fuerces la respiración. Si un ejercicio de respiración te causa tensión o incomodidad, no lo practiques -al menos por el momento-.

Cuando te embarques en tu exploración de pranayama -curioso, atento y con constancia- la conciencia de tu respiración puede introducirse en tu vida diaria y en tu práctica de asanas. Quizás empieces a observar que tu respiración cambia con tus estados de ánimo y tus emociones. Quizás descubras que un simple cambio en tu respiración puede transformar la forma en la que respondes a una situación estresante. Y quizás incluso también aprendas a tranquilizar y mantener el ritmo de tu respiración.

En próximas entradas veremos distintos tipos de Pranayama, empezando por Raja Pranayama, la respiración completa yóguica.


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